sábado, febrero 11

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EL PAPEL DE LA MENTE EN LAS ENFERMEDADES AUTOINMUNES

Las enfermedades autoinmunes siguen siendo un misterio para la ciencia. Hasta el momento se conocen sus síntomas y su desarrollo, pero se ignora lo que las produce y la mayoría de ellas se puede tratar, pero no curar, voy a tratar de explicar porque .
Hay hipótesis al respecto, pero ninguna de ellas está totalmente comprobada. Lo que sí se sabe es que la mente juega un papel importante en estas patologías.

Hay enfermedades autoinmunes relativamente conocidas como Artritis Reumatoide, Fibromialgia, Diabetes tipo 1, Tiroidiis autoinmunes, Lupus, esclerosis múltiple Otras son un poco menos recurrentes el Síndrome de Guillaime-Barré, entre otras.


• “Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.”
Aristóteles-


Lo que resulta desconcertante las enfermedades autoinmunes es que son el resultado de un ataque del cuerpo sobre sí mismo. El organismo se comporta como si los antígenos propios fueran virus invasores y los ataca. En otras palabras, falla el sistema de reconocimiento de lo propio y de lo ajeno. Esto ocurre en personas que están perfectamente sanas y la ”medicina” todavía no sabe por qué.

LAS ENFERMEDADES AUTOINMUNES Y LOS MECANISMOS PSICOSOMÁTICOS
La ciencia señala que las enfermedades autoinmunes son el resultado de múltiples factores, dentro de los que la genética juega un papel importante.
Sin embargo, hasta el momento no hay evidencias contundentes de que esto sea así.
En cambio, sí se ha probado que la mente tiene un rol decisivo en tales patologías, especialmente en cómo es la experiencia subjetiva que produce la enfermedad.

Actualmente las enfermedades autoinmunes son abordadas por la mayoría de los profesionales como enfermedades psicosomáticas. Esto quiere decir que se trata de males que tienen su origen en la mente y que toman forma a través del cuerpo.

Hay diferentes enfoques al respecto. “Algunos sostienen que se trata de una incapacidad esencial para verbalizar las emociones”.
Otros indican que es una respuesta que expresa un desequilibrio emocional .. mente-espíritu -cuerpo.
También se aborda como un “delirio corporal”, cuyo antecedente es la depresión, o como una respuesta a un conflicto insoluble. La enfermedad es una coartada para huir de problemas pendientes. Donde el enfermo es su propio verdugo !!

Sea cual sea el enfoque, lo cierto es que el punto en común es la comprobación de que hay realidades que existen en la mente de las personas y que encuentran una vía de manifestación a través de la enfermedad en el cuerpo.

LOS AFECTOS EN LAS ENFERMEDADES AUTOINMUNES

Las enfermedades autoinmunes ponen en marcha un mecanismo de autodestrucción.
Es el propio cuerpo el que deja de reconocer los antígenos que le pertenecen y comienza a auto-atacarse, como si lo que lleva dentro de sí fuera amenazante o peligroso.

La mente es tan importante en estos procesos, que incluso ha surgido una nueva disciplina para tratar estos males, la cual se conoce con el nombre de psiconeuroinmunología.

Así, lo cierto es que las enfermedades autoinmunes no solamente suelen ser crónicas, sino que también resultan incapacitantes y pueden llevar a una persona hasta la muerte, eso pasa si la persona , en vez de rechazar el síntoma o la enfermedad presa atención a ella descubre que nos quiere decir ..
El síntoma es “un expresión visible” de un “proceso invisible” … es una señal que nos hace detenernos para obligarnos a realizar una indagación. Una indagación interna

Lo que debemos eliminar no es el síntoma, sino la causa …. Por lo tanto si queremos descubrir que nos señala el síntoma, debemos no enfocarnos en él, sino buscar más allá
Si el hombre comprendiera la grandeza y la dignidad de la enfermedad y la muerte vería lo ridículo de combatirla ..
La enfermedad indica que el individuo ha dejado de estar en equilibrio, su mente o consciencia en orden o armonía, … esta pérdida de equilibrio interno
El síntoma nos informa que algo falla …..
El síntoma es cómo el maestro que nos ayuda a entender nuestro conocimiento, un maestro severo que será duro si nos negamos a aprender las lecciones más duras …..

Los estudios realizados sugieren que quienes padecen este tipo de enfermedades generalmente tienen un alto nivel de depresión, pero esta no siempre es evidente. Dicho de otro modo, puede que se trate incluso de alguien risueño y vital, pero en el fondo lleva una gran insatisfacción que, generalmente, ni él mismo reconoce.

Otro de los rasgos frecuentes es cierta incapacidad para reconocer las propias emociones. Bien sea por una excesiva intelectualización o racionalización de las situaciones o bien porque se trata de personas que quieren tener todo bajo control y experimentan los afectos como amenazas a su autonomía.


Las enfermedades autoinmunes son insidiosas y dañan notablemente calidad a la vida. Suelen ser dolorosas, de difícil asimilación y poco esperanzadoras. Lo peor es que quienes las sufren acuden al médico en busca de respuestas y, por lo general, solo encuentran silencios y paliativos, no siempre eficaces, para sus padecimientos.
La medicina evita la “interpretación” del síntoma y con ello la “señal” qué él significa …

Aunque esto ha venido replanteándose, Occidente ha impuesto la idea de que mente y cuerpo son realidades desligadas y a veces hasta contrapuestas. Sin embargo, cada vez resulta más claro que la salud y el bienestar son conceptos integrales, en los que tiene tanta importancia el plano físico como el plano mental.


La salida para una persona con una enfermedad autoinmune es precisamente dejar de creer que es una pastilla, una vitamina o algún médico milagroso lo que logrará restaurar su salud.

No es que no deba acudir a estas soluciones, sino que en su tratamiento de base debe existir la intervención de un profesional de la salud mental.

Todas las enfermedades tienen un componente emocional y mental involucrado, pero en las autoinmunes este factor es absolutamente decisivo.

La resistencia a tratar su enfermedad como un tema de la psiquis es, seguramente, la razón fundamental por la que no encuentran alivio para sus sufrimientos físicos y aun curarse ..

Una resistencia que nace de la idea equivocada de que aquel que sufre una enfermedad con una base mental es porque no es lo suficientemente fuerte y se apoya en una idea aún más equivocada: este dolor es una invención del paciente.

EJEMPLO DEL AUTO: si vamos conduciendo un auto y se prende una luz que el auto le está subiendo la temperatura … qué hacemos ..??? No le damos importancia … pues el auto acabará destruyéndose …. Lo lógico es que nos detengamos, y observemos que le está pasando .. para que no se destruya …

El síntoma o la enfermedad es una luz .. que nos debe hacer detener para observar mas allá de lo que vemos


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¿CÓMO SE CONVIERTEN LOS PENSAMIENTOS EN ENFERMEDADES?

Cuando una persona tiene mucha ansiedad o incluso depresión es probable que la enfermedad, además de afectarnos a nivel psicológico, desencadene una serie de síntomas físicos

Nuestra mente es tan poderosa que nos permite influir sobre nuestro estado físico. En los últimos años hemos visto como la puerta entre cuerpo y mente se abría de par en par, afirmando que están relacionados de una manera mucho más estrecha de la que podíamos suponer.

Todos tenemos la experiencia de haber estado enfermos y haber tenido la sensación de que con esa enfermedad física nuestra mente quedaba en una especie de encarcelamiento.

Hemos sentido como se volvía más perezosa y torpe de lo habitual, cerrándose tanto a la recepción de estímulos como a la producción de pensamientos propios.

Por otro lado, las investigaciones de los últimos años nos dicen que un estado de bienestar mental se asocia con un estado físico mejor, tanto del estado real del mismo como de la percepción que tenemos de él.

Parece que el orden y la esperanza que habitan en nuestras ideas tienen la capacidad, mediante el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, de convertirse en un mejor estado físico.

Dicho de manera contraria, somos más proclives a contraer enfermedades cuando nuestra mente está desequilibrada. O sea, que la ansiedad o la depresión son enfermedades mentales que pueden contribuir a que aparezcan síntomas físicos indeseados.

¿CÓMO ES EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN?

Pensemos un momento en esos momentos en los que nos sentimos ansiosos. Nuestro corazón empieza a latir más fuerte y rápido de lo habitual, nuestras manos pueden empezar a temblar y es fácil que comencemos a sudar.

Todos estos son síntomas aparecen porque desde nuestra mente estamos poniendo a nuestro cuerpo en marcha, alterando nuestras constantes de una manera muy parecida a cuando comenzamos a hacer ejercicio.

Sin embargo, hay una diferencia muy grande: el ejercicio no se produce. El cuerpo difícilmente puede dar salida a toda esa energía que ha empezado a producir y esto produce una presión enorme sobre nuestro sistema nervioso.

Las venas y arterias que irrigan nuestros músculos apenas se dilatan y, sin embargo, nuestro corazón se ha puesto a mandar un montón de sangre.

¿QUÉ SUCEDE ENTONCES?

Imaginemos que una multitud de coches de pronto se ponen a circular por una autopista y que, de repente, esa autopista se termina y una cantidad de tráfico muy similar tiene que ser absorbido por una carretera secundaria. El resultado es que se produce un colapso seguro.

Lo mismo pasa en nuestro cuerpo.

Tenemos a un corazón enviando coches y coches y al resto del cuerpo incapaz de absorberlos. Si esta situación se mantiene durante poco tiempo o no es muy intensa, el atasco se queda en una mera anécdota.

Sin embargo, cuando la intensidad es muy grande o muy continuada, se pueden producir grandes daños.

Por otro lado, una de las conexiones más evidenciadas es la que relaciona el funcionamiento de nuestro sistema cognitivo con la fortaleza de nuestro sistema inmunológico.

Cuando nuestra mente no funciona bien es habitual que se revuelva contra el propio cuerpo y potencie internamente cualquier ataque que se produzca desde el exterior.

En este sentido, nuestra mente es como un ordenador y nuestro sistema inmunológico el antivirus. Si nuestro ordenador funciona mal lo que hace es desactivar este antivirus, poniéndole las cosas mucho más fáciles a cualquier troyano que nos quiera dañar.

Además, este debilitamiento no suele darse durante la época de estrés, sino cuando este estrés desaparece.

¿QUÉ PAPEL DESEMPEÑA NUESTRO CEREBRO?

No olvidemos que detrás de nuestras ideas y pensamientos hay un correlato químico en nuestro sistema biológico. Una estructura fundamental para entender esto es el hipotálamo, que desempeña un papel muy importante en nuestra regulación hormonal.

La peculiaridad de esta pequeña estructura es tremendamente reactiva ante nuestros pensamientos, ya sean en forma de recuerdo, en forma de interpretación de estímulos presentes, o en forma de anticipación de acontecimientos futuros.

Así, nuestro hipotálamo puede “despertarnos” de manera que estemos preparados para actuar más deprisa, relajarnos para dar paso al sueño o potenciar la sensación de placer.

¿QUÉ INFLUENCIA TIENE NUESTRA CONDUCTA?

Hasta ahora hemos hablado de cómo la mente puede influir de una manera directa en nuestro cuerpo, pero no debemos olvidar una que no es menos importante, la que se produce a través de nuestra conducta. Pongamos un ejemplo:

Todos tenemos etapas de la vida que no son especialmente alegres y motivadoras. De hecho, aunque no hayamos pasado nunca por una depresión, algunas de las sensaciones que experimentamos en estos periodos se asemejan a las que se producen en esta enfermedad, aunque lo habitual es que no sean tan intensas ni continuadas.

Pues bien, en este tipo de épocas una de las cosas que hacemos es abandonar algunos de los aspectos de nuestro cuidado personal. En este sentido, uno de los primeros aspectos que se ven afectados suele ser la dieta.

Sacrificamos aquellos alimentos que nos gustan menos y que habitualmente son los más sanos por otros que nos proporcionen gustativamente más placer.

¿Por qué lo hacemos? Es una cuestión de equilibrio. Intentamos obtener mediante el gusto el placer que parecemos haber perdido por otros aspectos de la vida.

Desafortunadamente, la imagen que aparece en algunas series de la chica sentada en el sofá dándose un atracón de helado después de una ruptura amorosa es real.

Es nuestra forma dañina de hacer que nuestro hipotálamo facilite en nuestra mente la sensación de bienestar que hemos perdido. Nuestra forma conductual de evitar que aparezcan los pensamientos negativos. Una manera contraproducente para la salud de nuestro cuerpo.

Sin embargo, la pérdida de este equilibrio no es el único motivo para descuidar nuestra dieta. El otro importante es que con la tristeza suele aparecer la falta de motivación.

Las razones (pensamientos) que antes nos parecían muy sólidos para cuidarnos, ahora pueden haber quedado en un segundo plano frente a lo que ha hecho que permitiésemos que apareciera la tristeza y se instalara en nosotros.

Acciones que antes nos parecían rutinarias, ahora parecen costarnos más. Intentamos simplificar nuestra rutina, como ir al supermercado al salir del trabajo y lo cambiamos por pedir una pizza, que nos cuesta menos esfuerzo.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Hasta aquí hemos hablado de cómo los pensamientos negativos nos debilitan, sin embargo también existe la otra cara de la moneda. Varios estudios realizados con personas enfermas han demostrado que una aptitud mental positiva ha hecho que su pronóstico mejorase sensiblemente.

Esto puede ser gracias a una actuación directa de los mismos a través de la bioquímica corporal o mediante la puesta en marcha de más instrumentos de control de la enfermedad, como la realización de ejercicio físico o el cuidado de la dieta.

Así, nos animamos a que cuidar lo máximo posible nuestra salud mental porque, a través de ella, estamos mimando el resto de nuestro cuerpo.
¿Verdad que merece la pena?